¿Es normal… o es insomnio? – Amtalai Publishers


¿Es normal… o es insomnio?

, POR Aminetth Sánchez

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¿Es normal… o es insomnio?

La falta de sueño puede volverse un problema social y de salud.

Parece que el insomnio está de moda. No son pocos quienes se quejan de tener dificultad para conciliar o mantener el sueño. Pero, ¿dormir pocas horas representa un problema de insomnio?

El insomnio llegó a la vida de Sergio Martínez en la primavera de 2012. El ingeniero industrial estaba por cumplir 40 años cuando comenzó a notar que tenía problemas para dormir. Se iba a la cama a las 11:30 de la noche y cerraba los ojos dispuesto a conciliar el sueño, pero no lo conseguía. Por el contrario, empezaba una desesperada lucha: se tapaba con las cobijas y luego las lanzaba al suelo, acomodaba la almohada en diferentes posiciones, escuchaba música para relajarse, leía un libro y caminaba por la recámara. “Pasaban las horas y hacía de todo para dormir”, recuerda.

Martínez lograba quedarse dormido cerca de las 2:30 de la mañana, cuatro horas antes de que iniciara su jornada diaria. Al principio lo asociaba con el estrés que vivía en su entorno laboral, ya que apenas había sido nombrado director de operaciones en una empresa de logística. Luego de ocho meses, cuando la tensión en el trabajo había disminuido, el problema se agravó: sólo dormía dos o tres horas diarias.

La desesperación lo alcanzó y pronto comenzó a probar remedios que encontraba en internet. “Tomaba leche tibia o té de valeriana, comía cebolla cruda, me bañaba justo antes de acostarme, probaba de todo y nada funcionaba”, dice Martínez. Su última opción fue acudir a una clínica especializada en problemas del sueño. El diagnóstico que recibió en enero de 2015 confirmó sus sospechas: padecía insomnio y debía recibir tratamiento. Ahora era parte del club de insomnes de México.

Las estadísticas acerca del insomnio en México provocan controversia. Los diferentes estudios realizados por las clínicas del sueño en el país estiman que este padecimiento afecta a 10% de la población, mientras que otros calculan hasta 30% de los mexicanos. La radiografía varía. En lo que sí hay coincidencia es que el padecimiento representa un problema de salud pública.

“El insomnio no es un problema menor y debe atenderse”, señala Margarita Reyes, médico psiquiatra adscrita a la clínica del Sueño del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Ismael Cosío Villegas, organismo de asistencia pública. “Todos conocemos a una persona que padece o dice padecer insomnio”.

La línea es delgada entre quienes afirman padecer insomnio y aquellos que, con un diagnóstico médico, realmente saben que lo padecen. Yoaly Arana, coordinadora del área operativa de la clínica de Trastornos del Sueño de la Universidad Autónoma Metropolitana, asegura que dormir pocas horas no necesariamente representa un problema de insomnio.

“La queja de insomnio es una de las más frecuentes y la podemos encontrar hasta en 30% de la población mexicana —explica Arana—. Sin embargo, el diagnóstico específico de insomnio se presenta sólo en 10%, que tampoco es poca cosa, pero sí un porcentaje menor.”
Para descubrir qué tan cierta es la queja de insomnio, científicos de la Universidad de Chicago monitorearon durante una semana el sueño de 727 personas mayores de 65 años. Los resultados, publicados en la revista The Journals of Gerontology: Medical Sciences, revelaron que en promedio las personas durmieron 7.25 horas al día —suficientes para su edad—, pero 55% continuó quejándose de tener problemas para conciliar o mantener el sueño.

¿Tengo insomnio?

Según el Centro de las Ciencias del Sueño de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, el insomnio se define como un trastorno del sueño con síntomas que se manifiestan tanto en la noche como en el día. Los síntomas nocturnos incluyen la incapacidad para iniciar o mantener un sueño reparador, y los diurnos pueden incluir falta de concentración, fallas en la memoria y fatiga crónica. El diagnóstico se establece cuando los síntomas duran al menos un mes y el insomnio es considerado crónico si persiste durante al menos seis meses. Este mismo centro asevera que casi uno de cada 10 adultos en Estados Unidos sufre de insomnio.

Virginia Rodríguez, de 52 años, aseguraba que padecía insomnio. “La mayor parte de mi vida había dormido entre ocho y nueve horas continuas —detalla—. Pero llegó el momento en que sólo podía dormir cinco horas, me despertaba y no podía volver a conciliar el sueño”.
En seguida, sin contar con una valoración clínica, Rodríguez comenzó a autodefinirse como insomne. “Compré pastillas naturistas para dormir y tomaba gotas de extracto de lechuga porque estaba segura de que tenía insomnio —recuerda—. Lo que más me preocupaba es que yo dormía menos de lo normal, que son ocho horas”.

Después de cuatro meses, Rodríguez acudió al médico. El diagnóstico la desconcertó: no padecía insomnio, dormía pocas horas porque su necesidad de sueño había disminuido, pero realmente la calidad de este era favorable. Sí descansaba.
“A lo largo de la vida, las necesidades de sueño van disminuyendo”, detalla Iván Herrera, coordinador de la Clínica del Sueño del Hospital General 450, en Durango. “La calidad de sueño no depende de las horas, depende de qué porcentaje del tiempo que está dormido se tenga un sueño profundo, que es el que permite que la persona descanse”.

Los bebés y los niños pequeños, por ejemplo, duermen de 11 a 17 horas y su necesidad de sueño es muy amplia, dado que está relacionada con el desarrollo neuronal. Por el contrario, las personas mayores de 18 años duermen cada vez menos —entre siete y nueve horas al día—, dependiendo de las actividades que realicen.

Algunos especialistas afirman que uno de los mitos más comunes relacionados con el sueño es que muchas personas creen que deben dormir como mínimo ocho horas. “Se generó la creencia de que si alguien no dormía ocho horas, no se descansaba —agrega Yoaly Arana—. La realidad es que una persona puede sentirse descansada y funcional con hasta cinco horas de sueño”.

Tratamientos de vanguardia

En las últimas décadas, el diagnóstico y el tratamiento para el insomnio han evolucionado. Anteriormente resultaba complicado diagnosticar a un paciente con insomnio y el tratamiento consistía, sobre todo, en darle medicamentos inductores de sueño por largos periodos de tiempo.

Actualmente, en las clínicas especializadas es muy difícil que se mantenga un tratamiento farmacológico por un periodo largo debido a los riesgos que una terapia de esta naturaleza puede acarrear, como la farmacodependencia. Por lo mismo, hay quienes recomiendan el uso de la estimulación magnética transcraneal —un método no invasivo para estimular eléctricamente el córtex cerebral— o incluso remedios alternativos, como la meditación, la acupuntura, la hipnosis o la hidroterapia, como parte de un tratamiento integral.

Sin embargo, los expertos consultados coinciden que los tratamientos que han demostrado mayor consistencia son las terapias cognitivas conductuales, enfocadas en mejorar las conductas y los pensamientos del paciente.

“Muchos pacientes tienen vicios a la hora de dormir, por ejemplo, no tienen horarios fijos para acostarse y levantarse, utilizan la cama para comer o ver televisión, cenan en exceso, etcétera —detalla margarita Reyes—. todo eso influye y hay que trabajar en ello. Son pocos los pacientes que están conscientes de que el insomnio debe tratarse porque puede causar a su vez otros padecimientos.”

Un ejemplo de ello fue lo que encontraron científicos de la Universidad de Arizona en un estudio publicado en el sitio de internet del American Journal of Medicine. Según su informe, el insomnio crónico que se prolonga por más de seis años aumenta en 58% el riesgo de muerte asociado con enfermedades cardíacas y pulmonares. Otro estudio, realizado por científicos suecos y publicado en la revista SLEEP, indica que la falta de sueño también puede causar daños cerebrales.

Por ello, la recomendación de algunos de los especialistas consultados es que las personas que tienen insomnio se atiendan en las etapas iniciales, antes de que se convierta en un padecimiento crónico que interfiera con las funciones normales del cuerpo. “Si no se atiende — advierte Iván Herrera—, el insomnio puede convertirse en el inicio de un círculo de enfermedades”.

La línea es delgada entre quienes afirman padecer insomnio y aquellos que, con un diagnóstico médico, realmente saben que lo padecen.

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