Cómo debe estar nuestro cuerpo al orar
Mucha gente se pregunta si al rezar debemos adoptar una posición corporal en especial. Eso depende de diversos factores.
La oración la podríamos definir básica y sencillamente como un conjunto de enunciados con los que un creyente se dirige a Dios, a una divinidad, a un santo o persona sagrada, etcétera.
Hay oraciones que tienen una forma especialmente fija y establecida. La acción de orar puede ser mental o vocal.
Profundizando más, un rezo o una plegaria es el concepto religioso por medio del cual alguien invoca a una divinidad o lo que él considere sagrado. Puede llevarlo a cabo una persona perteneciente a una religión o no, y solamente dirigir sus oraciones a lo que ella considera sagrado.
A quién va dirigida la oración está siempre basada en la fe de la persona que realiza dicha actividad.
¿Hay posturas especiales para orar?
La oración puede efectuarse de manera mental o de palabra. Al ir dirigida a una divinidad o también a una persona sagrada, frecuentemente es para hacerles una súplica y habitualmente son acompañadas con algunas posturas físicas, como el juntar las palmas de las manos o mostrar las manos abiertas; también el abrir los brazos en forma de cruz, el mirar hacia el cielo o bien el bajar la mirada u ocultar el rostro entre las manos; el realizar movimientos en forma de vaivén, la postración como forma de humillarse en actitud ascética de conversión, como arrodillarse o inclinarse.
Existe una postura procedente del Budismo Zen, adoptada por los monjes cristianos, llamada posición del diamante o postura carmelitana, en la que el orante se pone de rodillas, sentado sobre los talones, con las palmas de las manos abiertas hacía arriba sobre las rodillas en actitud de recogimiento. Para esto se han diseñado objetos específicos como los reclinatorios y algunos tipos de alfombras, etcétera.
Hay algunos casos en que se dan golpes —como los golpes de pecho— y se dicen reiteradamente palabras de culpa. No obstante, estas autoagresiones no son tanto propias de la oración como de alguna forma de penitencia.
La oración, en síntesis, le confiere al orante seguridad o confianza y la certeza de lo que se espera, así como la convicción de lo que no se ve. De modo que la postura puede cambiar según el propósito de la oración.
Lo más importante es que al orar tengamos confianza y seguridad, que estemos convencidos de que estamos dialogando y de que nuestra fe hará realidad lo que decimos.
Un gran artículo sobre la oración, gracias por compartir!
Hola Mariana!! Gracias por compartir tu opinión con nosotros, celebramos que hayas disfrutado este artículo. Saludos!!