El acto de meditar
La meditación es ancestral, pero pocos conocen sus beneficios.
La meditación es un entrenamiento mental con el que se cultivan ciertas capacidades humanas esenciales para darle un sentido más profundo a nuestra propia vida.
En nuestro día a día, es habitual apreciar la realidad de forma rápida e inmediata, corremos en direcciones diversas y reaccionamos ante las situaciones que surgen en ella. Estamos en acción continua la mayor parte del tiempo, quedando en el olvido nuestra esencia personal, así como nuestras capacidades interiores de autoobservación, autorregulación y autotransformación. Estas capacidades quedan latentes a espera de volver a ser reconocidas, y es a través de la meditación que se puede volver a conectar con ellas.
El acto de meditar permite observarnos a través de nuestros sentidos, de las impresiones corporales (tacto, gusto, olfato, vista, sonidos) de volvernos íntimos con uno mismo, ser receptivos y ser sensibles ante las experiencias cotidianas.
Para lograr una parada en nuestro propio presente, basta con sólo darnos el tiempo de tomar consciencia sobre los detalles que están existiendo en la realidad que nos habita y rodea. Ello nos facilita una mejor comprensión de nosotros mismos dentro de las situaciones exteriores, convirtiéndonos en testigos profundos de la realidad que ocurre, sin juicios ni expectativas.
El presente es el único momento en el que se puede generar el CAMBIO. Es el momento donde se toman las decisiones y donde se puede redireccionar la vida en caso de ser necesario. La tendencia mental de ver hacia el pasado nos mantiene aferrados a lo que no se va a poder modificar y la tendencia a mirar hacia el futuro, nos mantiene paralizados al no saber qué sucederá al siguiente paso que demos.
El habitar la mayor parte del tiempo en el pensamiento promueve que las sensaciones, emociones y acciones que generemos vayan en relación con lo que pensamos, en lugar de ser congruente con lo que realmente está sucediendo en el momento actual. Si lo que pensamos va enfocado a lo que sucedió o a lo que estará a punto de ocurrir y a las infinitas posibilidades que pueden existir, nuestro cuerpo nos mantendrá constantemente en estado alerta y en consecuencia, detonándonos estados crónicos de estrés, ansiedad, miedo, ira, enojo, que promoverán de manera interna un desgaste de energía enorme en nuestro cuerpo; al mismo tiempo hará que se reaccione de una manera incongruentemente y explosivamente en nuestro día a día.
Por esto, la práctica de la meditación nos ayuda a conectar con lo esencial de nosotros mismos, aporta claridad y calma en la mente; permite tomar conciencia de las emociones; te permite liberar la tensión y emociones reprimida y, a la vez, gestionar la energía vital con el fin de desarrollar una consciencia integral en las dimensiones internas, personales y de vínculo afectivo externo.
Realizar una meditación es apto para toda persona, ya sea que desees bajar el ritmo agitado de tu vida o sólo conectar contigo. Es muy sencillo y simple. Ya sea en la mañana o en la noche, puedes comienza por dedicar cinco minutos al día y notarás una diferencia; si lo realizas diario crearás un hábito que cambiará tu visión personal y tu perspectiva de la vida. Se realiza en una postura cómoda, ya sea sentado o acostado, en el piso o sobre una silla, con los ojos cerrados y con la espalda estirada, manteniendo tu atención en el aquí y ahora.
El acto de meditar permite observarnos a través de nuestros sentidos, de las impresiones corporales (tacto, gusto, olfato, vista, sonidos).