El arte puede permitir una perspectiva más enriquecida de la realidad, ya que en él se juntan razón, emoción y acción de manera simultánea, creando una experiencia distinta a la cotidiana (que se llama experiencia estética). Esta experiencia es exclusiva del hombre, y permite que aprendamos a ver las cosas desde diferentes dimensiones integrándolas en una sola. De esta manera en el arte se condensan razón o intelecto, sensación, emoción, pasión etcétera.

La experiencia estética nos permite captar y disfrutar la belleza no sólo a partir de la razón sino con toda la dimensión emocional de nuestra persona ya que transforma la manera en que vemos la realidad, aunque dure un lapso de tiempo muy breve, pero su intensidad es tal, que permea y baña a toda nuestra persona.

Aun cuando no reflexionemos sobre esta forma de experimentar, todos hemos vivido y sentido este tipo de vivencias a través de una película, un poema, una coreografía, concierto, pintura, escultura o cualquier manifestación artística.

Sin embargo, detrás de esta vivencia siempre acaba por aparecer la pregunta: ¿Por qué siempre buscamos la belleza? Y, a pesar que dentro de la historia de la filosofía se den respuestas totalmente divergentes, lo importante es que, a partir de esta experiencia, el hombre busca algo que según la cultura en la que esté inmerso denominará belleza, esto es, el hombre siempre intentará la búsqueda de la belleza.

¿Por qué? Porque le proporciona un gozo diferente, un gozo en el que más allá de las necesidades del organismo, encuentra otro tipo de satisfacción en la que se da una comunicación diferente a la cotidiana donde se da el asombro y la admiración que puede abrir la contemplación, imaginación, creatividad, innovación más allá de la utilidad y el consumismo.

Es por esta razón que, más allá de tratados y teorías, las manifestaciones artísticas siempre están presentes en toda cultura. Pueden ser subversivas, vanguardistas, conservadoras, etcétera, pero siempre tienen algo que decir, nunca son neutrales pues nunca dejan de ser parte de su todo social. Quizás en ocasiones cueste trabajo encontrar el símbolo, señal, mensaje pero siempre está ahí, pues el arte siempre tiene algo que decir.