Resulta muy difícil contemplar la obra de la pintora mexicana de origen británico, Leonora Carrington, y resistirse a la fascinación de su universo. Sus personajes místicos, sus escenarios —entre oníricos y metafísicos—, y las extrañas formas orgánicas emanan de sus rincones para  convertirse, ante los ojos del espectador, en deidades, espíritus o animales. Todo danza por el lienzo como los enigmáticos símbolos de un gran jeroglífico que espera ser descifrado. Sin embargo, lo verdaderamente increíble de Carrington no es tanto la manera en que escenificó este teatro fantástico para deleite del espectador, sino cómo es que ella misma se dedicó a habitarlo, cómo cada cuadro buscaba ser una extensión de su mundo interior hacia la realidad. Prueba de esto es su involucramiento con otras disciplinas como la literatura o el teatro. Mostrar estas distintas facetas de una de las artistas más importantes en la historia del arte en México es, precisamente, el objetivo de la última gran retrospectiva de Carrington, presentada en el Museo de Arte Moderno (MAM).

 Para conmemorar el centenario del natalicio de la pintora, los curadores Stefan van Raay y Tere Arcq han organizado la más completa revisión de su obra tras más de 20 años de su última exposición en el MAM. Con alrededor de 200 objetos, entre pinturas de caballete, dibujos, murales, gráficos y esculturas, la muestra Leonora Carrington, cuentos mágicos propone revisar su legado desde una perspectiva más integral, que da cuenta no sólo de su presencia en el panorama de la pintura en México, sino también de su relación con otros ámbitos, como la iconografía mexicana, la diferentes mitologías que poblaron su obra, la política y el feminismo.