La felicidad
¿Con qué la asocias? ¿Con alegría, optimismo, satisfacción, esperanza?
En un mundo donde todos los días nos asedian mensajes motivacionales que nos invitan a perseguir la felicidad, ¿te has preguntado qué significa esta?
Algunos quizá la definirían como una emoción que sentimos cuando creemos que no nos falta nada. Otros pensarían que tal vez sea una forma de medir el bienestar. Hay quienes opinen que es una inmensa alegría. Y así podríamos seguir…
Aun cuando muchas de estas concepciones pueden ser acertadas, quisiera emprender un viaje a la antigua Grecia. ¿Qué respondería el gran Aristóteles si le preguntáramos qué es la felicidad? Seguramente empezaría diciendo:
“De lo que sí estoy seguro en este intrincado tema es de que todos o la gran mayoría queremos ser felices, pero lo que no sabemos hasta ahora, y ni siquiera nos hemos puesto de acuerdo en toda la historia hasta sus tiempos, amigos del siglo XXI, es en cómo podemos serlo. Y en gran parte se debe a las diferentes corrientes del pensamiento y a sus grandes maestros que siguen discrepando y cada quien la define como mejor le place…
”Unos dicen que ser feliz es alcanzar las metas propias.
”Otros, como el gran Platón, fundador de la Academia y mi gran maestro, además agrega que esta postura acerca de la felicidad se abre a la vida después de la muerte.
”Y algunos otros dirán que ser feliz es ser un individuo autosuficiente que se vale por sí mismo sin depender de nadie.
”Otros más dicen que la felicidad es experimentar el placer intelectual y el físico.
”Otros recomiendan que para ser felices solamente debemos ver lo bueno y lo bello”.
Finalmente nos dice Aristóteles: “Yo creo que la felicidad está basada en la autorrealización dentro de la colectividad y la podemos lograr ejercitando nuestras virtudes”.
“Como pueden darse cuenta”, prosigue Aristóteles, “cada filosofía concibe la felicidad de diferente manera y eso se debe a que cada individuo busca muchas formas de encontrar la felicidad y para eso maneja diferentes ingredientes, como son: la armonía, el sentimiento de bienestar, los estados de ánimo, etcétera”.
Añade el maestro Aristóteles:
“A reserva de continuar en otra ocasión, solamente quiero agregar algo para que lo piensen: no hay que confundir la alegría con la felicidad; les puedo adelantar que la alegría se considera un estado de satisfacción, mientras que la felicidad se considera un estado de armonía interna… Prosigamos más adelante. Entre tanto, profundicemos más en este difícil y vital tema”.
No hay que confundir la alegría con la felicidad: una es un estado de satisfacción; la otra es un estado de armonía interna.